Se dice que el llamador de ángeles protege y otorga bienestar a quien lo posee.
Podemos llevarlo en el cuello a modo de colgante, colocarlo en cualquier espacio de nuestro hogar o en la cuna de nuestro bebé.
La leyenda cuenta que al separarse los ángeles de los humanos, estos nos regalaron esta esfera que sonaba como una suave campanilla y que nos permitía llamarlos para pedir su ayuda y protección.
Se dice que los ángeles pusieron una condición para su uso, y esta era que el colgante era de uso exclusivo personal y no podía compartirse con otra persona ya que cada llamador tenía un sonido único que era reconocido por cada ángel guía o ángel de la guarda.
La única excepción a esta regla era una madre en período de gestación que podía compartir el mismo ángel guía, pero una vez que la madre diera a luz, debería decidir si se quedaba el colgante para protegerse o se lo traspasaba a su hijo.
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