Herradura
Se tiene a la herradura de caballo como un símbolo mágico considerado como un potente talismán protector y para buena suerte en general.
Algunas culturas como en algunas partes de Irlanda y Gran Bretaña, se cree que si se cuelga la herradura boca arriba cerca de la puerta de entrada de nuestra casa o negocio, ésta recoge las energías positivas, mientras que en la mayoría de Europa, en el Medio Oriente y en gran parte de la América Latina, se cree que los beneficios que proporciona la herradura se consiguen colocándola boca abajo.
Y también hay algunos lugares en donde se cree que colgar una herradura boca abajo atraerá protección y si la colocamos hacia arriba atraerá fortuna, por tanto dejo a vuestra elección la posición en la que pongáis vuestra herradura.
Desde hace unos años se ha hecho tan popular este amuleto, que ya se puede encontrar representado en infinidad de objetos como joyas, ventanas, puertas, etc.
Hay herraduras de un tamaño pequeño como la que se puede ver en la fotografía, que pueden llevarse en el bolso o en la cartera.
Hay una leyenda sobre San Dustan, considerado el patrón de los orfebres. Se dice de él que llegó a ser arzobispo de Canterbury en el siglo X. Se dice que anteriormente fue abad en el monasterio de Glastonbury en el cual tenía una pequeña fragua en la que fabricaba objetos como cálices y otros que luego serían utilizados en su abadía.
Dice la leyenda que un día, mientras estaba trabajando en su fragua, se le apareció el diablo en forma de una hermosa mujer para tentarlo. Como San Dustan pasaba de sus provocaciones, el diablo tomó su auténtica forma. Cuando el abad vió quién era, cogió unas tenazas que tenía calentando en su fragua y agarró con ellas la nariz del diablo, que empezó a gritar y finalmente escapó corriendo. Es por esto que a San Dustan se le suele representar con las tenazas en la mano.
Al cabo de un tiempo y no dándose por vencido el diablo, volvió al encuentro de San Dustan, pero esta vez en forma de viajero, montado en un caballo al que le faltaba una herradura, pidiéndole al santo que lo herrara. Cuando el santo se acercó y se agacho para coger la pata del caballo, se dio cuenta de que aquel forastero tenía pezuñas en lugar de pies. Dándose cuenta entonces de quién realmente era aquel viajero le cogió la pezuña y le clavó la herradura tan fuertemente que el diablo empezó a llorar de dolor.
Dice la leyenda que el diablo le pidió al abad que le quitase la herradura y que este accedió haciéndole prometer al diablo que jamás entraría en un lugar donde hubiese una herradura, y según esta leyenda, hasta día de hoy, el diablo ha cumplido con su promesa.
Más información en: The Sacred Wolf Barcelona
No hay comentarios:
Publicar un comentario