Mala - Japa Mala - Rosario budista
La palabra mala significa "guirnalda" o rosario en Sánscrito.
Está compuesto de 108 cuentas pequeñas y una grande que representa al Gurú o Maestro
y que nos indica en dónde empieza y acaba el mala. Por debajo de la
cuenta que representa al Maestro, suele haber una en forma ovalada y
terminada en una serie de hilos o filamentos que representan la sabiduría de todos los Budas de todos los tiempos.
Las
cuentas se enhebran con hilo de color vino o marrón que representan el
linaje no interrumpido y la pureza de las enseñanzas de Buda.
Aunque
las
cuentas pueden ser de distintos materiales y cada uno de ellos, nos
proporciona diferentes cosas, ya que nos pasan las propiedades del
material con las que están hechos, el más habitual es el de madera del árbol
Bodhi que es donde se dice que Buda alcanzó la iluminación.
Están confeccionados con 108 cuentas
porque se dice que este es el número de los oscurecimientos o venenos
que no nos permiten ver con la claridad de un hombre despierto o
iluminado, o sea, de un Buda.
Algunos
malas están divididos en tres partes iguales de 27 cuentas cada una que
dan un total de 108, (27, 54 y 81). Se dice que esta división
de tres se corresponde con el concepto de cuerpo, palabra y mente a
trabajar hasta que queden purificados, con el concepto de tiempo
presente, pasado y futuro, con el concepto de los tres venenos que son
odio, ignorancia y aferramiento y por último con el concepto de las tres joyas del
budismo, que son, Buda, Dharma y Sangha.
Este
rosario se utiliza principalmente en la tradición budista tibetana para
recitar mantras aunque también se utiliza en hinduismo y en sijismo.
En la tradición budista
se coge el mala con la mano izquierda y según se van recitando los
mantras se pasan las cuentas con el dedo pulgar que representa a la
divinidad o Buda, e índice de esta misma mano que representa la
individualidad, quedando representada así, la unión entre lo divino y lo
individual para llegar al estado de Buda, de la iluminación o del
despertar.
Conseguimos esta concentración a través de la mano (cuerpo) que es ocupada
por la cuenta del mala, la recitación del mantra, que ocupa la voz, o el habla y
la mente que se ocupa en la visualización de la deidad en la que estamos
trabajando. Esta práctica nos proporciona una gran acumulación de méritos que
nos ayudan en nuestro camino hacia la iluminación.
Podemos
hacer rezos de 108 mantras, pero si queremos hacer más, cuando
lleguemos a la cuenta Gurú, deberemos girar el mala unos 180 grados para
no pasar por encima de esta bola, ya que hacerlo se considera como una
falta de respeto hacia el Maestro.
Los mantras
son sonidos sagrados que pueden ser cantados o recitados. Para que
estos sean realmente efectivos, no podemos recitarlos por el simple
hecho de haberlos oído en algún vídeo o haberlos leído en un libro, ya
que estos carecen de poder. La tradición nos dice que un mantra debe de
habernos sido transmitido por un Maestro cualificado que no haya roto el
linaje desde los tiempos de Buda hasta el momento presente. Sólo
así tienen la suficiente fuerza como para cambiar aspectos en nuestro
interior que nos ayuden a llegar al despertar o a la iluminación.
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